Olivares, un pueblo con mucha "miga".

En Olivares hay un refrán popular que dice: En Olivares compra pan y no te pares. Y es que ya lo decían las "malas lenguas", por su calidad, por su elaboración artesana y por su sabor (sobre todo por su sabor) mi pueblo destaca por su tradición panaera tanto en la elaboración de toda clase de panes, como de picos (o colines para los no familiarizados con la jerga olivareña), roderas y regañás.

Podría destacar como mi pan favorito y típico de mi pueblo el mollete de Olivares. Distinto al conocido mollete de Antequera y, para mi gusto, mucho más sabroso y consistente; y las tostadas que con ellos se preparan.....uuummmm, manjar de dioses, con sus calas (cuadros más o menos iguales que se cortan en el pan mediante la realización de lineas verticales y horizontales que se cruzan dando como resultados las populares calas o cuadraditos, entre las cuales se cuela el aceite o la mantequilla bien derretida para darle un toque único y jugoso al mollete)  y su jamoncito y aceite de oliva virgen extra (de la tierra por supuesto). Buena fe de ello dan los olivareños que aprovechando el bendito fin de semana acudimos al Aldoán para degustarlos, un bar de los de "toda la vida" que para mi gusto, por supuesto, los prepara como pocos.

Una fiesta muy unida a las elaboraciones panaderas es San Blas. Cada tres de febrero la Villa de Olivares se reencuentra con una tradición de casi 400 años de historia que se ha mantenido viva a través del tiempo, en la que los más pequeños son los  protagonistas del día.

En la Colegiata de Santa María de las Nieves  se dan cita niños, padres y abuelos ataviados con cestas adornadas con lazos rojos y blancos, colores de San Blas, y azul y amarillo de la bandera de Olivares, cargadas de rosquitos y palomitas, realizadas por las panaderías de nuestro pueblo, para ser bendecidas con motivo del día de San Blas y evitar así durante el año las afecciones de garganta.